Nutrición Oncológica

El American Institute for Cancer Research estima que alrededor de un 85% de los cánceres están relacionados con el estilo de vida y factores medioambientales y sólo un 15% son por causa genética . De este 85%, aproximadamente un 35% están relacionados con una alimentación inadecuada (Fernández O, 2007, Bizkarra T., 2018) y otro 15% están vinculados a la obesidad (Ivengar NM. et al., 2016), sobre todo el cáncer de esófago, colon, recto, riñón, vejiga, páncreas, endometrio, ovario y mama. A su vez, la obesidad es un factor de riesgo que aumenta el riesgo de cáncer de endometrio, hígado, riñón, páncreas, vesícula biliar, colorrectal, meningioma, mama, ovario, tiroides y gástrico de cardias, así como el riesgo de fallecer por cualquier tipo de cáncer (Ivengar NM. et al., 2016).

Estos datos nos permiten inferir que la alimentación es un factor clave tanto para la prevención del cáncer (Fernández O. 2007, Servan-Schreiber D. 2007, Ivengar NM. et al., 2016, Popper F and   Merzer G, 2016) como durante el tratamiento oncológico y para evitar recidivas y metástasis.

¿Cuáles son los pilares de actuación de la alimentación “anticáncer”?

 1.- Evitar el ambiente proinflamatorio

El ambiente proinflamatorio facilita la aparición y progresión del cáncer.  Cuando hablamos de ambiente proinflamatorio nos referimos a la inflamación crónica de bajo grado. La inflamación aguda es una respuesta fisiológica y necesaria que se desencadena después de un traumatismo, una herida, una quemadura o una infección.

La inflamación verdaderamente dañina es la inflamación crónica que podemos observar en las enfermedades inflamatorias crónicas (enfermedad inflamatoria intestinal, tiroiditis, diabetes mellitus tipo 2, asma, enfermedad periodontal…), la arteriosclerosis y la obesidad. Sí, la obesidad. Las personas obesas presentan un estado inflamatorio crónico de bajo grado como consecuencia del aumento del tejido graso que conlleva un aumento en la producción de sustancias proinflamatorias.

¿A qué se debe la inflamación crónica de bajo grado?

La alimentación moderna es una alimentación basada en alimentos inflamatorios (aceites vegetales refinados, grasas hidrogenadas y trans, lácteos, y carnes de producción industrial, embutidos, azúcares, harinas refinadas, y productos procesados y elaborados ricos en aditivos químicos) (Bouvardd V et al., 2015, Colin Campbell T. et al., 2006).

También las infecciones crónicas por virus y bacterias, el tabaco, el alcohol, el humo del tabaco, la vida sedentaria, la contaminación atmosférica y algunas sustancias químicas presentes en productos de limpieza, pinturas, cosméticos… favorecen el estado de inflamación crónica de bajo grado.

2.- Corregir la acidosis metabólica y alcalosis tumoral.

Otto Warburg, Premio Nobel de Medicina en 1931, observó que las células cancerígenas crecen mejor en un entorno con poco oxígeno y que son capaces de obtener su energía a través del metabolismo anaeróbico (sin oxígeno) de la glucosa. La disminución de oxígeno (hipoxia) hace que las células cancerosas tengan que utilizar el metabolismo de la glicolisis anaerobia para alimentarse, produciendo gran cantidad de lactato y ácido láctico así como radicales libres.

En estado fisiológico, el pH intracelular es ácido (<6,8) y el medio extracelular es alcalino con un pH de 7,4. En el cáncer, estas condiciones se invierten, el interior de la célula se torna alcalino y el exterior de la célula, la matriz extracelular (MEC), se torna ácida, generándose un estado de acidosis rico en ácido láctico (producto de desecho de las células cancerosas) donde apenas llega el oxígeno.

El pH sanguíneo debe mantenerse siempre entre valores de 7,35-7,45. Niveles de pH diferentes a éstos supondrían problemas graves para el organismo pudiendo llegar incluso a la muerte. El cuerpo neutraliza las variaciones de pH con los sistemas tampón, eliminando el exceso de ácidos a través del riñón o eliminando CO2 (dióxido de carbono) a través de los pulmones. En cambio, la orina puede oscilar en un rango de pH mucho más amplio, con valores entre 4,5 y 7,8.

También son posibles los cambios de pH en el medio extracelular (MEC) (Winters N. et al., 2018). Cuando en esta MEC hay un exceso de protones (iones H+) se habla de un medio ácido. En esta situación podría verse alterada su función y, por lo tanto, la del tejido correspondiente. En caso de un exceso de iones hidrógeno, los fármacos antitumorale pierden eficacia terapéutica.

Podemos inferir lo que ocurre en la MEC por medio del pH en la orina. Teniendo en cuenta que el pH en orina varía según la hora en la que realizamos la medición, lo ideal es tomar el pH de la segunda orina de la mañana en ayunas.

3.- Privar a la célula cancerosa de su fuente de energía – la glucosa

Las células tumorales se alimentan de glucosa. Cuando a un paciente con cáncer se le realiza un PET SCAN para saber si tiene metástasis, se le inyecta glucosa marcada con una sustancia radioactiva por vía intravenosa y se le hace un TAC para determinar las zonas que captan la glucosa. En las zonas donde se detecta hiperglicemia, existe actividad metabólica y posiblemente cáncer.

Cuando el nivel de glucosa en sangre es elevado, como ocurre después de una comida rica en azúcares o hidratos de carbono simples como el pan, la pasta, el arroz blanco, las galletas, los dulces…, se segregan dos hormonas: la insulina y el factor de crecimiento similar a la insulina (IGF -1) con el objetivo de  reducir rápidamente la glicemia. El IGF-1 estimula el crecimiento del cáncer y genera inflamación crónica. El número de receptores de IGF -1 aumenta en las células tumorales. Si no se producen picos de glicemia, esta hormona no se libera. Para evitar los picos, se deben eliminar de la dieta los alimentos que los producen como los azúcares y las harinas refinadas. Esta es la base de la dieta cetogénica que no es propiamente una dieta, sino una terapia metabólica que puede ser útil para determinados pacientes y determinados tipos de cáncer como el glioblastoma. Debe seguirse durante un tiempo limitado y siempre bajo la supervisión de un profesional médico o nutricionista cualificado.

Una recomendación genérica que sí puede ser útil para todos los cánceres es eliminar o limitar los hidratos de carbono de alto índice glicémico ya que las dietas con alto IG (índice glicémico) inducen una mayor secreción de insulina y de factores de crecimiento análogos de la insulina (IGF) que podrían aumentar el riesgo de determinados cánceres como el de colon y el de mama. Piensa que cada vez que consumes azúcar estás alimentando a tu cáncer.

El índice glicémico  permite clasificar a los alimentos (hidratos de carbono) de acuerdo con la rapidez con que generan un pico de glicemia en a las dos horas de haber consumido el alimento. La escala del índice glicémico va del 0 al 100 siendo la glucosa pura el alimento de referencia con un IG = 100.

De todos modos, el uso del IG es controvertido debido a la gran variabilidad de la respuesta en una misma persona y entre individuos y a que no tiene en cuenta la cantidad de glúcidos presentes en el alimento. Otra limitación es que la asociación con otro alimento en la dieta cambia los resultados, es decir, no tiene el mismo impacto glicémico comer un plato de arroz blanco que un plato de arroz blanco con una proteína o con una grasa o con fibra, siendo el impacto mayor en el primer caso.

El tipo de cocción también afecta al IG. Un alimento crudo tiene un menor IG que un alimento cocinado y un alimento cocinado al vapor al dente (5 o 6 minutos) tiene menos IG que un alimento hervido o con una cocción prolongada.

La carga glicémica es un concepto más interesante porque tiene en cuenta la cantidad de hidratos de carbono por porción. Veamos un ejemplo: la sandía tiene un alto IG, pero 100 gramos de sandía aportan solamente 5 gramos de hidratos de carbono, por lo que su carga glicémica será baja. La carga glicémica se calcula multiplicando el índice glicémico de un alimento por los gramos de carbohidratos de la porción que se vaya a consumir, y, a continuación se divide el resultado por 100. Cuanto menor sea la carga glucémica de un alimento, menor será el pico de glucosa en sangre.

Lo ideal es consumir alimentos con IG y CG bajos. Si consumimos hidratos de carbono con IG o CG altos entonces los acompañaremos de grasas, fibra o proteínas porque así su impacto sobre la insulina será menor.

Fuentes de referencia:

International Agency for Research on Cancer https://www.iarc.fr/

World Cancer Research Fund International; https://www.wrcf.org/

Harvard T.H. Chan School of Public Health https://www.hsph.harvard.edu