Hoy vamos a reflexionar acerca de Qué es la Salud para nosotros y cómo podemos incidir en ella desde diferentes ángulos.
Cuando piensas en: “LA SALUD»
¿Qué imagen te viene a la mente?
¿Qué es lo primero que viene?
Seguramente será una imagen estática, sin movimiento.
Si ahora piensas en «ESTAR SANO», es muy probable que la representación mental incluya ahora movimiento y esté asociado a un estilo de vida determinado.
¿Por qué?
Porque la salud es un concepto estático, mientras que estar sano es un proceso en el que nosotros participamos activamente, algo que creamos constantemente con el aire que respiramos, lo que comemos, lo que sentimos y lo que pensamos.
¿Significa eso que somos culpables de nuestras enfermedades?
No, claro que no, pero sí que somos co-responsables de nuestra curación y no podemos abdicar esa responsabilidad solamente en el médico.
“La medicina tiene menos repercusión sobre nuestra salud de la que le atribuimos… y nosotros,… más de la que pensamos.”
En 1973, hubo una huelga de médicos en Israel durante un mes y los ingresos hospitalarios descendieron en un 85%. El número de fallecimientos bajó en un 50% y alcanzó el nivel más bajo registrado.
El récord anterior se había establecido veinte años antes durante otra huelga de médicos en Los Angeles para protestar contra las elevadas primas de seguro por errores médicos. La tasa de mortalidad cayó casi un 20%. Al término de la huelga, la tasa se elevó rápidamente hasta los niveles habituales.
Reflexiona ahora sobre las siguientes cuestiones:
¿Qué significa estar sano para ti? ¿Cómo sabes que estás sano? ¿Qué sientes cuando estas sano? ¿Cómo lo definirías?
Existen muchos factores que influyen en la salud: físicos, socio-culturales, nutricionales, psicológicos, individuales.
¿Sobre qué factores puedes influir? ¿Cuál de estos factores tendrá un impacto más acusado en tu estado de salud?
Robert Dilts describe los diferentes niveles de influencia que inciden en nuestra salud; él los llama Niveles Neurológicos:
1- El Medio Ambiente – Nuestro entorno
Diversos factores ambientales influyen en nuestra salud. Entre ellos cabe destacar: la calidad del aire que respiramos, la de los alimentos que comemos y del agua que bebemos, así como los suplementos y medicamentos que tomamos. Por ejemplo, puede que comamos mucha fruta y verdura para asegurarnos la ingesta diaria de fibra y vitaminas, pero dependiendo de dónde proceda, puede contener altas cantidades de pesticidas. ¿Qué calidad tiene el aire que respiras y la comida que ingieres?
También es importante aquí el entorno socio-laboral. Si respiramos aire limpio y comemos comida ecológica, pero vivimos en un ambiente tóxico ya sea en casa o en el trabajo, éste tendrá una repercusión directa en nuestra salud. Está comprobado que la soledad, el aislamiento y las relaciones insatisfactorias constituyen un riesgo significativo para la salud.
Roger Ulrich del departamento de Geografía de la Universidad de Delaware, realizó un interesante estudio sobre el efecto del ambiente en 46 pacientes del hospital que se recuperaban de una intervención de vesícula. La mitad de los pacientes ocupaban habitaciones con vistas a un muro de ladrillo. La otra mitad estaba en habitaciones con vistas a una hilera de árboles de abundante follaje. Los que tenían vistas a los árboles pasaron menor tiempo en el hospital tras la intervención (en promedio, un día y medio menos) y necesitaron menos dosis de analgésicos así como menos complicaciones postoperatorias.
2- La conducta – Lo que hacemos en relación con nuestra salud.
¿ ¿Qué comportamientos nocivos tengo (tabaco, alcohol, drogas, falta de sueño…) y debo evitar? y ¿Qué hábitos saludables debo preservar y cultivar?
3- Las Capacidades – Nuestras estrategias o maneras de pensar y responder de manera automática que conducen a acciones rutinarias y habituales.
¿Qué estrategia tengo para afrontar el estrés, para establecer relaciones, sobre qué y cuándo comer y sobre cuánto ejercicio hacer y cuando hacerlo?
4- Las Creencias – Porqué actuamos como lo hacemos.
Las creencias son los principios que guían nuestros actos; determinan cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo reaccionamos frente a una situación y qué sentido damos a nuestras experiencias.
El efecto “placebo/nocebo” es una evidencia de cómo algo puramente mental (una creencia) tiene un efecto tangible y real en el cuerpo. Si sólo el cuerpo físico necesitara tratamiento, el efecto placebo no existiría.
El placebo es una receta en blanco en la que escribimos nuestras creencias y expectativas; un cheque en blanco para nuestra salud.
¿Crees que tu salud está determinada genéticamente? ¿Crees que los fármacos son la única solución para tus dolencias? ¿Crees en la capacidad autocurativa de tu propio cuerpo?
Nuestras creencias pueden mejorar, anular o invertir los efectos de un tratamiento médico.
5- Los Valores – Para qué actuamos como lo hacemos.
Los valores son el motor que nos permite avanzar hacia aquello que queremos o evitar lo que no queremos o nos hace daño; son los imanes de nuestra conducta. ¿Qué es importante para ti? ¿Qué valoras en tu vida: la felicidad, el amor, la salud, la libertad, la seguridad…?
Las creencias y los valores movilizan nuestro sistema nervioso autónomo. Por ello cuando defendemos nuestras creencias o aquello que es importante para nosotros, se acelera nuestro ritmo cardíaco y se alteran nuestra respiración y nuestra digestión.
6- La Identidad – El concepto que tenemos de nosotros mismos.
Con respecto a la salud y la enfermedad, éste es un concepto muy importante porque una persona no es su enfermedad ni su dolor por muy abrumadores que puedan ser. Muchas personas que sufren de una enfermedad crónica adoptan esa identidad; “soy diabético, soy hipertenso, soy fumador…” pero…, No ERES tu enfermedad,… TIENES una diabetes o una hipertensión.
Este juego de palabras puede tener un impacto tremendo en nuestra salud porque se corresponde con el sistema inmunitario. El sistema inmunitario forma parte de nuestro séptimo sentido, en sentido del yo. Cualquier cosa que incremente el sentido del yo constituirá probablemente un refuerzo inmunitario y todo lo que debilite nuestro sentido del yo, tiene posibilidades de debilitar nuestro sistema inmunitario.
7- Nivel Espiritual – Nuestra relación con los demás y con el TODO.
Los problemas de salud pueden producirse a cualquier nivel y deben ser atendidos en el nivel adecuado. No es posible cambiar de hábitos de manera automática aunque los beneficios para la salud sean evidentes. Tal vez sepamos lo qué hacer (conducta) e incluso cómo hacerlo (capacidad), pero aun así puede que no actuemos porque no es importante para nosotros (valores) o porque creemos que no servirá de nada (creencias).
Cuando estemos frente a un objetivo de salud, identifiquemos primero a qué nivel se produce:
- Quizás necesitamos más información del ambiente.
- Quizás tenemos toda la información, pero no sabemos qué hacer exactamente.
- Quizás sabemos qué hacer, pero no sabemos cómo hacerlo.
- Quizás nos preguntamos si podemos hacerlo, si merece la pena o si es posible para nosotros.
- Quizás nos preguntamos, ¿me afecta a mí realmente?
“Dios cura y el médico envía la minuta” Mark Twain
Excelente articulo Marta. Me ha parecido una aportacion interesantísima aplicar los niveles neurológicos de Dilts a la salud. Enhorabuena.
Gracias Ana! Un abrazo