CONVERSACIONES INTESTINO CEREBRO
La mera idea de que los humanos pudiéramos tener un “segundo cerebro” que funcionara como un soporte fundamental de nuestro Sistema Nervioso Central era demasiado ambiciosa como para que fuera una realidad. Y, sin embargo, ¡no es una ensoñación!, ¡realmente sí tenemos un “segundo cerebro”!
Lo sorprendente de esta realidad es en dónde está ubicado este singular cerebro: en nuestro intestino. ¿Cómo es posible que un órgano dedicado a la digestión y absorción de nutrientes y a la excreción de desechos pueda desarrollar tan noble misión? Y, sobre todo, ¿por qué no lo hemos sabido apreciar hasta hace poco?
Sencillamente porque desconocíamos que este peculiar “órgano” estaba integrado por unos seres tan nimios como son las bacterias simbiontes que habitan en él (microbiota) y que realizan unas funciones que han pasado desapercibidas durante muchos años.
Ahora sabemos, que la alteración de la microbiota, interviene en la etiopatogenia de diversas patologías intestinales como el síndrome de colon irritable, el estreñimiento o la diarrea, las enfermedades inflamatorias intestinales como la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn y en otras como la obesidad o el síndrome metabólico, las enfermedades autoinmunes, las enfermedades neurodegenerativas, al autismo e incluso el cáncer.
Pero, ¿sabías que una disbosis (alteración de la microbiota) también puede estar detrás de una depresión o de un cuadro de ansiedad?
Casi dos kilos de bacterias forman parte de nuestras heces con importantes funciones, entre ellas la síntesis de más del 80% de los neurotransmisores cerebrales (como el GABA o la serotonina), vitaminas y ácidos grasos de cadena corta (AGCC), todos ellos fundamentales para un buen funcionamiento de nuestro sistema nervioso.
La diversidad bacteriana tan necesaria para que todo fluya en nuestro intestino depende muchos factores como son: la zona geográfica, el tipo de parto, el tipo de lactancia, la edad y los hábitos dietéticos.
A su vez, depende del consumo de antibióticos u otros medicamentos de manera habitual, la evolución de ciertas enfermedades crónicas, nuestros hábitos dietéticos y como no de las emociones, ¡SI! de nuestras emociones.
Si estamos deprimidos o estresados, se altera el equilibrio de nuestra microbiota y el equilibrio de nuestro sistema nervioso porque trabajan en equipo y se comunican continuamente a través del nervio vago, del sistema nervioso entérico, de mediadores inmunológicos y de mediadores hormonales.
Si quieres tener un cerebro feliz, debes tener contentas a tus bacterias intestinales: ¡mímalas!
Podemos mejorar una depresión o un cuadro de ansiedad haciendo una analítica de heces y valorando el desequilibrio que hay para seguidamente recomponer el ecosistema intestinal mediante una dieta adecuada y una suplementación de probióticos y prebióticos específicos según la situación.
Podemos mejorar un estrés crónico haciendo una analítica de heces y valorando el desequilibrio para luego con una dieta adecuada y unos pro y prebióticos adecuados recomponer el ecosistema intestinal.
Si estás interesado, pide tu cita ya.
Un abrazo
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