«Tanto si piensas que puedes como si piensas que no puedes, estás en lo cierto».
Detente un momento a anotar en un papel lo primero que te viene a tu mente cuando piensas en la palabra «dieta».
Seguro que aparecen conceptos similares a sacrificio, engaño, farsa, sufrimiento, aburrimiento…
Detente ahora a anotar lo primero que te viene a la mente cuando piensas en «comer sano».
Seguro que aparecen conceptos similares a aburrimiento, lechuga y pollo, tristeza, soledad…
¿Cómo vas a adquirir hábitos saludables de alimentación si los has asociado con todo lo anterior?
Y ahora pregúntate:
¿De dónde he sacado esas ideas, esas creencias, de quién las he aprendido? ¿De tus padres, de tus abuelos, de tus amigas, de una revista…?
¿Te sirven, te son útiles? La mayor parte de ellas no, porque no estás consiguiendo los cambios que quieres.
Entonces…,
¿Para qué sigues apegado a ellas? ¿Para qué sigues haciendo lo mismo? No porqué, sino PARA QUÉ te aferras a ellas. Esta sutil diferencia te hará pensar y mirar hacia delante mientras que el por qué sólo te llevará a buscar excusas y justificaciones en el pasado.
Un motivo importante es que un porcentaje importante de nosotros nos hemos olvidado de que además de un cuerpo físico, tenemos mínimo tres cuerpos más que necesitan un alimento diferente al del cuerpo físico: el cuerpo emocional, el cuerpo mental y el cuerpo espiritual.
Estos cuerpos no son palpables, pero también necesitan que los alimentemos y es importante que exista un equilibrio entre los cuatro porque están interrelacionados.
Somos un alma que siente, piensa, y se mueve. Si yo no me ocupo de alimentar a cada uno de mis cuerpos, ellos se encargarán de buscar el alimento y el primero que tienen a mano es el alimento físico; así usaremos los alimentos para saciar un vacío emocional, para acallar nuestra mente y para cubrir un vacío existencial.
“Tú mismo creas tu propia realidad cada día». Tus pensamientos y sentimientos determinan las decisiones que tomas y lo que haces.
Tu realidad está creada por tus creencias. Estas creencias, normalmente subconscientes, suelen ser el resultado de una “programación” que se inicia en el vientre materno y a la que somos especialmente vulnerables hasta los 6 años. Esa identidad se almacena en nuestro subconsciente y rige más del 90% de nuestras decisiones en el día a día.
Un proceso de Coaching Nutricional, es un proceso de coaching en el que la persona plantea unos objetivos relacionados con la mejora de sus hábitos alimentarios.
Existen fundamentalmente dos categorías de objetivos:
1- Evitar un hábito que no me conviene (fumar/beber/comer dulces)
2- Conseguir alguna mejora (hacer deporte/cambiar hábitos de alimentación)
El factor clave en ambos casos es la motivación. La motivación es el PARA QUÉ voy a cambiar, y este para qué ha de estar alineado con mis valores que son el motor que guía nuestras vidas.
Cuando tengo un para qué alineado con mis valores, me comprometeré con los costes y el esfuerzo que me pueda suponer el cambio y asumiré la responsabilidad de las decisiones que tomo en mi vida. Dejaré de ser víctima y tomaré las riendas; asumiré los roles de director, guionista y protagonista de la película de mi vida.
¿Qué puedo lograr en un proceso de Coaching Nutricional?
- Descubrir tus creencias, tus valores, tus fortalezas y tus limitaciones.
- Aprender a tener y mantener una actitud positiva sanadora.
- Alcanzar tu potencial máximo en las áreas de la alimentación, de la actividad física, el desarrollo de hábitos saludables, de la gestión emocional, mental y espiritual.
«El mundo esta en manos de aquellos que tienen el coraje de soñar y de correr el riesgo de vivir sus sueños.» Paulo Coelho
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